El antiguo valle de Valdáliga (en las Asturias de Santillana antigua comarca que abarcaba la zona centro-occidental de Cantabria y los tres ayuntamientos más orientales de Asturias, las dos Peñamelleras Alta y Baja y Ribadedeva) está formado por los pueblos de Labarces, Treceño, Roiz, Caviedes, Lamadrid, El Tejo, y San Vicente del Monte cuyo antiguo nombre era el de concilium de Afleca o territorio de Allega, a lo largo del siglo XI.
Las evidencias halladas en Valdáliga permiten aproximarse al pasado remoto de este territorio y conocer que este lugar ya estuvo poblado en época prehistórica.
Del paleolítico inferior, hay evidencias en Valdáliga (playa de Oyambre, cueva de Uriambre o Ubiambre y cueva del Barcenal II en la Revilla) periodo achelense.
También hay evidencias arqueológicas de la presencia humana durante el Paleolítico superior: en La Cueva (Roiz) se han encontrado materiales correspondientes al periodo Solutrense (11150 y 8000 antes de Cristo) Asimismo se han hallado materiales de esta época en la cueva del Barcenal de la Revilla (un conchero) y en el abrigo III de Roíz; y del Azilense en la cueva de Requejil en Larteme.
Del Mesolítico también hay restos (8000- 5000 a C). En este sentido es preciso reseñar el hallazgo de grabados esquemáticos en la cueva de Roiz, ya citada, en la que también ha aparecido un gran antropomorfo con arco trasversal (aunque parece corresponder al Neolítico), hallándose asimismo materiales del Asturiense representados por un pequeño panel de grabados en la cueva del Barcenal I de la Revilla y presencia en la cueva del Barcenal II de arte esquemático abstracto.
Del Neolítico (3500- 2500 a C) existen varios hallazgos arqueológicos; registrándose en Sejos de Abajo (Lamadrid), en el covacha de los Callejones o de las Lechuzas, un conchero neolítico, lo mismo que en el abrigo del Castañal en la Revilla. En la Cueva (Roiz) ha aparecido – como ya se dijo- un antropomorfo con arco trasversal que parece estar relacionado con un significado funerario de raíz megalítica correspondiente al Neolítico. En el paraje de las Albericias (o Albricias), entre Bustriguado y San Vicente del Monte, se encontró una estructura tubular o dolmen con tenue pozo de violación que parece un túmulo o enterramiento colectivo neolítico.
En Labarces fue hallado un molino prehistórico barquiforme, neolítico, que se diferencia sustancialmente del introducido por los romanos porque éste tenía forma circular. Este molino constituye sin duda un gran hallazgo por cuanto permite probar la existencia de gramíneas panificables, es decir, la existencia de agricultura en Valdáliga en época tan temprana.
De la Edad del bronce (2500-700 a de C) se han hallado restos arqueológicos en Larteme en la cueva de Requejil y en la cueva del Barcenal de la Revilla.
Será durante la Edad del Hierro (siglo VIII y I a de C) cuando nazca tal industria en Valdáliga y sobre todo en Treceño y Rioturbio la Vieja, teniendo sus orígenes en él la importantísima labor que desarrollan en este valle sus abundantes ferrerías medievales. Sin embargo, la Edad del Hierro es también un periodo de extraordinaria importancia por cuanto en él se dará un significativo proceso de complejidad social y la aparición de poblados fortificados.
En este sentido falta mucho por hacer, pues aunque no falta la tradición oral y algunos vestigios no estudiados que hablan de la existencia de poblados prerromanos en Monte Corona, en el término de Jerrota y en el ámbito cercano a las ermitas de santa Cruz y San Antonio, y en el monte de las Espinas, o en el Castro sobre San Pedro (Caviedes) o en una elevación del terreno junto al barrio de Villanueva (Labarces), o en tantos otros sitios, lo cierto es que poco o nada está estudiado.
También existen restos que prueban la presencia romana en la zona entre los que cabe citar la espada romana hallada en San Vicente del Monte, monedas en Treceño y en el puerto de la Rabia (Portus Afleca), así como una arqueta de piedra en Treceño cuya decoración parece retrotraernos al Bajo Imperio, la existencia misma de los restos de una vía romana, o quizá prerromana, que atravesaba de Norte a Sur todo el valle dirigiéndose desde el puerto de Valdáliga (Portus Afleca) ubicado en el ámbito próximo a Rioturbio, en La Rabia hacia el interior de la península concretamente hasta Herrera de Pisuerga (Cambera de los moros, en San Vicente del monte).
Desde muy antiguo en Valdáliga se conocía la explotación y manufactura del hierro desde época prerromana.
Así mismo en la zona se remontan a la época romana las primeras labores mineras sobre el zinc, si bien hoy día no quedan vestigios de ellas. Estos trabajos se limitaron a la explotación de la denominada calamina (óxidos y carbonatos de Zinc procedentes de la oxidación de las zonas superficiales de los yacimientos), que se utilizaban para elaborar el “Aurum hispanicum “, un tipo de latón muy apreciado.
De la época medieval hay algunos yacimientos, tal es el caso de Bustriguado, donde en la campa “El Castillo de los Moros” se encuentran restos de una fortaleza y lo mismo las losas de arenisca con grabados aparecidas en el invernal de San Cibrián.
De la época medieval hay algunos yacimientos, tal es el caso de Bustriguado, donde en la campa “El Castillo de los Moros” se encuentran restos de una fortaleza y lo mismo las losas de arenisca con grabados aparecidas en el invernal de San Cibrián.
Sin embargo, las primeras referencias documentales de este enclave corresponden al siglo XI, momento en que el dominio de la Abadía de Santillana sobre estas tierras se plasma en varios escritos de su Cartulario, que se refieren al ‘concilium de Afleca o de Allega’.
No obstante, se apuntan algunas menciones históricas previas que constatan la existencia de tres núcleos poblacionales en Valdáliga ya en el siglo IX. Un documento correspondiente al reinado de Ramiro I, cuya cronología hay que situar entre el año 842 y el 850, pone de manifiesto que había heredado de su padre Vermudo I, derechos de explotación de la sal de Cabezón, parte de los cuales su hijo , el rey, hace donación al monasterio de San Martín de Thovía, correspondiendo el derecho de explotación de la sal al rey, a la iglesia de Santa Maria del Yermo, a Santillana y a otros infanzones y condes, así como a otras “ decanias” que se citan y que podían aprovecharse de la explotación de la sal cada 15 días; entre tales decanias se citan en Valdáliga en época tan temprana las de Santa Maria de Treceño, Valdáliga, San Lorenzo (Caviedes), Cesura(¿) Y Roiz, Teniendo también derecho un particular, sin duda un infanzón de Valdáliga, poderoso personaje llamado Alfonso Fernández.
Así mismo en documento del año 853 se dirá “in territorio Allega” al describir donde están los monasterios de San Juan de Arguetes (hoy Argüedes, en Lamadrid), la iglesia de Santa Maria de Treceño denominada entonces “Santa Maria de Allega” o el monasterio de San Juan de Cara.
La acción expansiva de la abadía de Santillana por el contorno geográfico circundante ha permitido que llegasen a nosotros las primeras referencias documentales del concejo de Afleca, que se remontan a 1068, 1088 (época de Sancho II, de su hermano Alfonso VI y del Cid Campeador).
En la concesión que el 18 de marzo del año 1068 hace el rey Sancho II de Castilla de varias exenciones relativas a pastos y derechos de los diezmos de la mar a favor del monasterio de Oca se citan al deslindar los pastos, que se los señala en Carranza, Trasmiera, Carriedo, Toranzo, Buelna y desde Cabezón y Valdáliga hasta el río Deva, se cita Valdáliga y su puerto.
El Territorio de Allega es recogido como tal en escritura de 7 de mayo de 1088, que informa sobre el concilio de “hombres buenos “de Allega, reunido para aclarar una disputa sobre la iglesia de san Pedro de Mesiecos (antiguo nombre de La Revilla).
CANTABRIA EN EL SIGLO X
Pero a diferencia de estas comarcas que englobaban a varios de los ayuntamientos actuales, (Camesa por ejemplo comprendía los actuales ayuntamientos de Suances, Santillana, y Polanco y se extendía por el valle del Besaya hasta Iguña, o Kaornega que englobaba a los ayuntamientos de Cabuérniga , Ruente y Los Tojos), Allega en cambio , coincidía con la Valdaliga actual, algo más extendida hacia Cabezón y San Vicente, (Labarces hasta no hace muchos años se extendía hasta el casco urbano del actual pueblo de Gandarilla englobando las ultimas casas al sur del pueblo); con lo cual Valdáliga, como entidad singular perdura como tal, desde hace un milenio aproximadamente.
De este modo se formó el valle y sus siete lugares, que históricamente fueron: Treceño, Roiz, Caviedes, Labarces, Lamadrid, El Tejo y la Revilla. Este último lugar se desvincularía del actual Ayuntamiento, mientras que San Vicente del Monte se constituiría en concejo propio, tras haber sido feligresía de Treceño.
Para finales del siglo XIII varias iglesias del lugar habían pasado a depender del dominio eclesiástico de la Abadía de Santillana.
A lo largo de la baja Edad Media, los habitantes de los diversos concejos del valle de Valdáliga tuvieron preferentemente la condición de vasallos de behetria, y así se expresa textualmente en el Libro de las Merindades de Castilla o Becerro de las Behetrias (llamado así por estar forrado con la piel de un becerro) (1351), según el cual aquellas gentes podían “tomarse del qual señor querían”.
Esta fuente documental permite, pues, que para mediados del siglo XIV conozcamos el carácter y la tipología de las distintas formas de señorío que afectaban a los vecinos de los diferentes lugares consignados en el Becerro de las Behetrias: Treceño, Labarces, Lamadrid, El Tejo y Caviedes.
Tales regímenes eran los de Realengo, - dependencia de la jurisdicción real-, Abadengo, fijado parcialmente en la abadía de Santillana para Treceño y en la de San Andrés de Arroyo (Palencia) para Caviedes-, el régimen Solariego, es decir, la vinculación a un linaje local preponderante,- tal como se constata para Treceño y Caviedes-, y el régimen de Behetria , que permitía la opción, puesto que la elección era libre, de escoger el propio linaje solariego si convenía o no,- como sucedía en Labarces, Lamadrid , Roiz, La Revilla, y parte de Treceño.
Como acabamos de ver Valdáliga se fue configurando predominantemente durante la Edad Media como territorio de behetría, con una significativa presencia de la Casa de Cevallos, propietaria de algunas posesiones en los lugares de Caviedes y Treceño, y también con cierta dependencia abadenga en otros.
Pertenecer al régimen de Behetría, significaba que sus vecinos eran hidalgos de condición jurídica libre, y así lo declaraban los concejos de Labarces y su barrio de Galnares, Roiz, Lamadrid, Treceño (en parte de él) y la Revilla. Estos “hombres de Behetría” eran pequeños propietarios libres que gozaban de la facultad de elegir señor o no y variar libremente de este si no les convenía Sin embargo, lo cierto es que casi todas las Behetrías habían elegido ponerse bajo la “protección” de un señor, de un poderoso miembro del linaje autóctono de los Cevallos. Así se refleja en las declaraciones de Labarces y su barrio Galnares que manifiestan que han tomado por señor a Gutiérrez Díaz de Cevallos y a Diego Gutiérrez de Cevallos y lo mismo en Lamadrid y La Revilla.
Todos los vecinos de Valdáliga, ya fueran solariegos, de abadengo o de behetría estaban además obligados a pagar al rey “servicios y monedas”; Afortunadamente conocemos lo que hubo de pagar Valdáliga por este concepto, a través del Repartimiento de moneda y Pedido de las Asturias de Santillana correspondiente al año 1447 (reinando Juan II padre de Isabel la Católica) y según en él se registra tocó pagar a Valdáliga y Treceño 5520 maravedíes, a Caviedes 255 y a Labarces 427,5.
Del señorío de los Cevallos destaca como figura más importante Diego Gutiérrez de Cevallos, almirante mayor de Castilla. Fue este personaje rico hombre durante el reinado de Alfonso X y siguió a los Lara en el partido del infante Alfonso de la Cerda, por lo cual, en el reinado de Sancho IV , Permaneció en Aragón, volviendo al servicio del rey castellano en la minoría de Fernando IV, quien le nombro almirante mayor de la mar en 1303.
Posteriormente sería designado mayordomo mayor del infante Felipe, y asistió a las Cortes de Burgos de 1315, en las que se formalizo la tutoría del rey Alfonso XI, muriendo el 4 de abril de 1330. Su hijo y sucesor, con el mismo nombre, halló la muerte a manos del rey Pedro I El Cruel en Córdoba en 1359, siéndole confiscados todos sus bienes. Pasando a depender el dominio señorial a su hermana Elvira Álvarez de Cevallos. Esta última contrajo matrimonio con Fernán Pérez de Ayala y fue la hija de ambos, Mencía de Ayala y Cevallos, quien heredó el mayorazgo y, por ende, la titularidad del señorío, como aparece configurado en el Apeo de 1404. En este documento se señala la condición de hidalgos y de vasallos de behetría de los vecinos de Lamadrid, Labarces, Treceño, Roiz, San Pedro, El Tejo y Caviedes, y se reconoce textualmente en Roíz, Treceño, Labarces y Lamadrid, que la justicia le había sido entregada por merced del rey a doña Mencía de Ayala. Junto a este importante reconocimiento, se observan ya los cada vez más débiles vínculos que unen a las gentes del valle con las restantes jurisdicciones: apenas pervive el régimen de abadengo de San Andrés de Arroyo en Caviedes, y algunos derechos que la poderosa doña Leonor de la Vega (madre del marqués de Santillana) tiene en este lugar y en Labarces.
Al casarse doña Mencía de Ayala con Beltrán Vélez de Guevara, Valdáliga pasó a depender de la Casa de Guevara.
El segundo hijo de mismo nombre que su padre, Beltrán de Guevara, conde de Tahalú y señor de Escalante sucedería a su madre (pasando de la casa de Ceballos a la de Guevara) en el señorío de Valdáliga. Sucedió a Beltrán su hijo Ladrón de Guevara que fue mayordomo de las hijas de los reyes católicos y capitán general en una armada contra los franceses desempeñando un importante papel en la boda entre Felipe el Hermoso y la reina Juana la loca.
Le sucedió su hijo Juan de Guevara Capitán de la guardia y figura nobiliaria en la corte del emperador Carlos V. y así sucesivamente fueron heredando el señorío sus descendientes José de Guevara virrey de Navarra; Antonio de Guevara, comendador de la Orden de Santiago, y José de Guevara, gentilhombre de Felipe II quien murió sin hijos, sucediéndole su hermano Luis Manrique de Guevara, nombrado por Felipe III, vizconde de Treceño el 3 de mayo de 1627.
A la historia de este valle se liga también el nombre del famoso escritor y cronista fray Antonio de Guevara, fallecido en 1545.
En esta familia de los Guevara se dieron los dos extremos, por una parte Fray Antonio de Guevara que fue inquisidor y por otro Doña Marina de Guevara hija de Juan Ladrón de Guevara que fue asesinada por la “Santa Inquisición” acusada de seguir a Lutero.
La Inquisición es la mayor vergüenza en la historia de nuestro país.
El Emperador Carlos I de España y V de Alemania (mal llamado Carlos V por los españoles puesto que el próximo rey que se llamara Carlos en España sería el V lo cual hace que seguramente ningún rey se atreva a llamar Carlos a su heredero) pasó por este valle en su primer viaje a España, el 12 de octubre de 1517, casi un mes después de haber desembarcado cerca de Tazones en la costa Asturiana, acompañado de un cortejo en el que iban su hermana doña Leonor, el señor de Chiévres, el obispo Mota y otros principales caballeros de la orden del Toisón de Oro. Desde Villaviciosa, y bordeando la costa, llego hasta san Vicente de la Barquera, donde cayó enfermo, y es por ello que tomando el camino hacia Burgos, parará a descansar en Treceño, y allí comió y permaneció todo el día.
El Emperador Carlos I de España y V de Alemania (mal llamado Carlos V por los españoles puesto que el próximo rey que se llamara Carlos en España sería el V lo cual hace que seguramente ningún rey se atreva a llamar Carlos a su heredero) pasó por este valle en su primer viaje a España, el 12 de octubre de 1517, casi un mes después de haber desembarcado cerca de Tazones en la costa Asturiana, acompañado de un cortejo en el que iban su hermana doña Leonor, el señor de Chiévres, el obispo Mota y otros principales caballeros de la orden del Toisón de Oro. Desde Villaviciosa, y bordeando la costa, llego hasta san Vicente de la Barquera, donde cayó enfermo, y es por ello que tomando el camino hacia Burgos, parará a descansar en Treceño, y allí comió y permaneció todo el día.
Su ayudante de cámara, Laurent Vital, describe aquella estancia de la manera siguiente: “El 12 de octubre de 1517, el rey partió de san Vicente muy enfermo y de mala manera. Por esta causa no hizo ese día más de dos leguas de tierra hasta un pueblo llamado Treceño, donde comió y permaneció todo el día. En cuyo lugar de Treceño había una hermosa casa de tapial, sin fosos ni aguas que el padre de don diego de Guevara había mandado edificar, y que después de su muerte ocuparía su hijo mayor. En ese sitio se alojó el rey y doña Leonor, su hermana; también lo hicieron el señor de Chiévres, el señor de Reulx y todas los damas y doncellas de la corte Ciertamente para casa de campo, era una de las mejores dispuestas que vi en toda Castilla, pues no había cámara, sala ni galería que no estuviese cubierta con hermosos tapices, y las camas de campo muy ricamente adornadas y guarnecidas. Y fueron el rey y toda su nobleza muy honrosamente recibidos por el señor y la señora de la casa, la cual dama o doncella, que era joven y hermosa, iba vestida con traje de paño de oro rizado y adornada ricamente con cadenas de oro y otras joyas y piedras.
Allí agasajaron al rey y a todo su sequito. Ciertamente apenas podré escribir la alegría que manifestaban las gentes de ese lugar con la llegada de dicho señor rey; pero el buen príncipe , a causa de su enfermedad, no hallaba gusto en nada, y ese día no quiso comer, de tan desganado que estaba; y ni Gillermin y Juan Bombin, con sus alegres dichos hubieran podido darle animo ni hacerle reír, de tan mal estado en que estaba, con lo cual todos estábamos muy disgustados y los médicos conversaban diariamente sobre qué medio o por cuales drogas podrían extirpar aquella enfermedad, y se bien que , a menudo le hacían tomar polvos de unicornio mezclados en las medicinas , por medio de lo cual , unos días después empezó a entrar en convalecencia, pero no tan pronto como todos hubiesen querido. Este pueblo de Treceño está situado entre dos altas montañas, en una hermosa, verde y fructosa tierra que tendrá dos buenos tiros de arco de ancho, en la que crecen toda clase de frutos, como trigo vinos y otros en gran abundancia. A lo largo de ese hermoso valle corre un riachuelo de agua dulce y clara en la que hay varios molinos para servir a las gentes de esa región. Al pie de la montaña hay dos manantiales, uno de agua dulce y otro de agua salada, de la que hacen buena sal, y vale esta salina al señor una buena renta todos los años”.
PALACIO DE GUEVARA (TRECEÑO)
Tal mudanza en las formas tradicionales de autogobierno provocó pronto que los hidalgos de Valdáliga se resistieran, a la imposición de aquel nuevo régimen y así hay constancia documental del descontento desde la primera mitad del siglo XV. En efecto, en el famoso pleito conocido como Pleito de los Valles, iniciado por los nueve valles de las Asturias de Santillana que habían caído, como Valdáliga, bajo el poder señorial ( En este caso de Iñigo López de Mendoza, Marqués de Santillana) hay referencias documentales que hablan que el valle de Valdáliga está tomado por Beltrán de Guevara “ non debidamente”.
Sea como fuere, lo cierto es que los hombres de behetría de Valdáliga nunca aceptaron de buen grado ,ni siquiera por la fuerza , ser vasallos de ningún señor, solo aceptando serlo del rey por lo que protagonizaron diversos pleitos con la finalidad de emanciparse del poder señorial, objetivo que lograron en el año 1702 tras más de 150 años de lucha. Fue entonces cuando la Real Chancillería de Valladolid puso fin de forma definitiva al yugo del señorío que el valle había soportado desde la Edad Media. De esta forma, en el siglo XVIII, este territorio se había convertido en tierra de realengo y sus diputados acudieron a las Juntas de Puente San Miguel, participando en la configuración administrativa de la Provincia de Cantabria.
El 8 de septiembre de 1542 (reinando Carlos V) se falla una sentencia que en si misma constituye unas verdaderas ordenanzas a través de las cuales se fijaba de modo precisa la forma de gobierno del valle, y aunque todavía no le libraba del yugo señorial, lo cierto es que vienen a resultar una manera encubierta de concesión del señor a sus vasallos de los privilegios y ventajas propias o inherentes a los hombres de behetría.
Aquella sentencia, contrariamente a lo que se pudiera pensar no puso fin al deseo de los hombres de Valdáliga de recuperar su condición de hombres libres de salirse del poder señorial y revertir al valle a la jurisdicción de la corona. En efecto, animados por la sentencia dada por la Real Chancillería de Valladolid en 1579 por la que se condenaba al Duque del Infantado (Marqués de Santillana) y se revertían los nueve valles de las Asturias de Santillana que habían litigado contra él por cuestión de señorío a la jurisdicción real, tras un largo pleito de más de 100 años, todo el valle de Valdáliga, se reunía en Junta General en la Pereda de Vallines el día 16 de febrero de 1596 y otorgaba poder para que en su nombre se pleiteara contra don José de Guevara “ por se llamar e intitular señor de este dicho valle no lo siendo sino del Rey nuestro señor” y otras cosas y “ agravios que este dicho valle a recibido y recibe “ y por “ usurpar el señorío”.
De la extraordinaria importancia de esta Junta General habla el hecho mismo de que a ella asistió casi todo el mundo, registrándose la presencia de 54 vecinos del concejo y villa de Treceño, 51 de Roíz , 40 de Labarces, 30 de Lamadrid, 18 de La Revilla, 28 del Tejo y 35 de Caviedes, así como el nombre de cada uno de ellos.
Como resultado del citado poder otorgado en Junta General lograba el valle, presentar demanda como “caso de Corte” ante el rey, estando la Audiencia Real en Medina del Campo, el 24 de diciembre de 1601, para que mandase por sentencia declarar que la jurisdicción de dicho valle era real y no señorial. Sin embargo, faltaban aun muchos años antes de que Valdáliga alcanzara su objetivo.
Finalmente, tras más de 150 años, el valle de Valdáliga conseguía su objetivo, ganaba el pleito y se sacudía de encima el yugo del poder señorial que desde la Edad Media había venido soportado. En efecto, el 10 de abril de 1699 la Real Chancillería de Valladolid pronunciaba sentencia de vista, y de revista y definitiva el 28 de julio de 1702, (reinando Felipe V) en que confirmaba en todo la anterior, que condenaba al último poseedor del señorío, don José de Guevara, y a su madre como tutora doña Constanza de Cavanillas, a que en el plazo de 9 días volviesen “a la Real Corona” todos los lugares del valle de Valdáliga .
Esta sentencia venía a dar la razón por fin a aquellos hombres de behetría que desde la Edad Media habían tenido que soportar la quiebra de sus derechos, de sus usos y costumbres, de sus formas tradicionales de autogobierno, la suplantación de sus legítimos órganos de gobierno, por culpa de la debilidad de la Corona al conceder privilegios cediendo la administración pública a un señor sobre un territorio que a este no le pertenecía y si a los escuderos e hijosdalgos hombres libres de behetría, que eran de condición realenga y libres de elegir señor o no.
Aquel largo pleito no solo supuso grandes penalidades para muchos hidalgos de Valdáliga, traducidas éstas en persecuciones, prisiones, embargos, muertes y otras penalidades, sino que también significó un gran esfuerzo económico para aquellos concejos que, incluso llegaron a adquirir deudas para proseguir el citado pleito, de tal naturaleza, que aún en 1753, tras más de 50 años de la finalización de aquel interminable pleito, aún siguen pagando intereses de los prestamos sacados a tal fin. Significativa resulta la información según la cual hubo tensiones y luchas por la jurisdicción del valle al señalar esta fuente que las autoridades del rey “debatieron sobre la jurisdicción de dicho valle” con Beltrán de Guevara, quien entro e hizo prisioneros en dicho valle a varias personas- a una de ellas, llamada Fernando del Tejo, le ejecuto empozándole en la villa de Santillana-, y exigiendo a los vecinos de Valdáliga que acudieran a sus llamamientos y pagaran los tributos señoriales.
Sin embargo, todo mereció la pena (menos para el pobre Fernando claro): la dignidad y el derecho de Valdáliga habían quedado, por fin a salvo. Desde entonces se titularía: “Real Valle de Valdaliga”, y sobre su escudo figuraría la corona real.
En Valdáliga, como en toda Cantabria, durante los siglos XVI a XVIII la hidalguía constituyo una distinción clara en la estructura social juntamente con el poder económico. Hay que decir en este sentido que en Valdáliga no abundaban los ricos hacendados, dándose por el contrario la paradoja de que aquí casi todos eran nobles, pero casi todos pobres. Las fuentes documentales reflejan de manera precisa un hecho de enorme importancia para la época que tratamos, tal cual es la condición mayoritaria de hidalgos en este valle. Se hacía una distinción social expresa entre hidalgos o nobles, es decir entre los exentos y privilegiados de ciertas cargas fiscales por un lado, y los pecheros o del “estado llano” o “general”, obligados a pagar, por el otro.
Una de las fuentes documentales más importantes para conocer esta condición son los “padrones de distinción de estado” o “padrones de hidalguía” que reflejan la mentalidad social de la época, pues en ellos se anota a cada uno en su estado, precisando incluso la naturaleza de tal hidalguía, aclarando en muchos casos si tal hidalguía es notoria o de sangre, ganada por privilegio, o probada por real carta ejecutoria, por ello sorprende aún más el hecho de que ya los padrones realizados en el siglo XVI, pero también los del siglo XVII y XVIII , registren como hidalgos a la casi totalidad de los vecinos de Valdáliga.
Tal realidad contrastaba de manera notable con el porcentaje de hidalgos que se registraban en la Corona de Castilla a finales del siglo XVI, que apenas alcanzaba el 10 % de la población, mientras en Valdáliga el porcentaje de hidalgos superaba entonces con mucho el 90%. Alcanzando en Roiz, Labarces, El Tejo, La Revilla y Caviedes el 100%, en Lamadrid el 98,76%, y en Treceño el 78%, y esta altísima proporción se repite a mediados del XVIII, concretamente en el catastro de Ensenada de 1753 en el que aparecen como hidalgos todos los vecinos de Lamadrid, El Tejo, Caviedes, Labarces y La Revilla registrándose únicamente algún pechero en Treceño y Roíz.
Este hecho era de enorme importancia, pues el disfrute de la condición de hidalguía implicaba privilegios no solo en el orden fiscal, sino también en el orden jurídico, como la de ser juzgados por sus pares, no sufrir tormento, o no experimentar embargos por razón de deudas (si no eran al rey), además de poder desempeñar oficios honoríficos reservados únicamente a los de tal condición, a esto se sumaba la exención de tributos personales tales como no tener que soportar alojamiento de tropa y ,en fin, una casi exclusiva posibilidad de acceso a las magistraturas municipales, así como el derecho en delitos merecedores de pena de muerte a no ser ahorcados, sino decapitados. Pero ser hidalgo significaba mucho más.
La sociedad estamental de la época admitía mental, jurídica, política y socialmente que unos hombres no eran iguales a otros y que el privilegio constituía precisamente la cualidad distintiva, y por ello no debe sorprender la defensa que de tal condición hidalga harán los vecinos de Valdáliga cuando esta se pone en duda, constituyendo un grave delito que atentaba a su honor el hecho de poner la hidalguía en entredicho.
Respecto a los linajes más notorios, desde el siglo XVI se registran en Labarces los Rubin de Celis y así ya el 10 de abril de 1550 conseguía Ruy Sánchez de Lamadrid y su esposa Maria facultad real para fundar vinculo. En 1613 hizo testamento don Fernando Gutiérrez y Rubin de Celis, casado con Juliana Vélez de Cos, señor de esta casa de Labarces y fueron heredados por el mayorazgo don Rodrigo Rubin de Celis y Cos.
HOLA!, MI NOMBRE ES JAVIER GONZALEZ,SOY DE URUGUAY, PERO ACTUALMENTE VIVO CON MI FAMILIA EN BRASIL. ESTOY HACIENDO MI ARBOL GENEALOGICO,ENCONTRE IMAGENES DE ESTE LUGAR TRECEÑO BUSCANDO DATOS SOBRE QUIENES CONOCIERON A MIS ANTEPASADOS QUE VINIERON DE VALDALIGA, ROIZ. UNO DE LOS TESTIGOS,DEL NACIMIENTO DE MI ABUELO(SERVANDO GONZALEZ BUSTAMANTE) ERA UN TAL NICOLAS SANCHEZ, ES ORIUNDO DE TRECEÑO, LAS PARTIDAS DE NACIMIENTO QUE TENEMOS ESTAN UN TANTO ILEGIBLES, POR LO TANTO ESTAMOS PROCURANDO MAS INFORMACION SOBRE PERSONAS RELACIONADAS CON JOSE GONZALEZ SANCHEZ, NATALIA BUSTAMANTE SANCHEZ. MI DIRECCION DE E-MAIL ES javiergonzalez18171@hotmail.com AGRADECERIA CUALQUIER INFORMACION!
Hola Javier:
No conozco a las personas de las que hablas.
Sé bien lo dificil que es interpretar partidas de nacimiento con esas letras a veces tan enrevesadas y el material tan deteriorado.
Espero que tengas suerte y encuentres lo que buscas.
Saludos
Hola,
¿ Tiene los correos electrónicos de habitantes de Valdaliga del apellido LINARES?
Gracias de antemano por su repuesta.
Saludos.
No lo tengo, mi interés es en todo lo relacionado con el apellido Treceño. Saludos
mi bisabuela se llamaba Engracia Alonso Treceño y nació en Villabuena de Abajo. Cualquier información será bienvenida.
Está en el árbol genealógico, te dejo el enlace para que lo puedas ver: https://gw.geneanet.org/azucena13_w?lang=es&pz=azucena&nz=treceno&p=engracia&n=alonso+treceno&type=fiche&i=7230